Saturday, March 04, 2006

Pan Duro, Circo malo. Todos contentos

Por más que intento no puedo ser original. Siempre sale algún lugar común o una cita para comenzar un texto. El de hoy es que para tener controlado al populacho sólo se necesita pan y circo. Así sea malo el circo y el pan esté duro la receta funciona. Y tan bien que funciona que con una mínima cantidad de pan y un montón de circo, ya tenemos borregos para regalar.

No me refiero al perenne circo del actual gobierno. Ya bastante tienen ellos con sus propias declaraciones para desprestigiarse (Y lo mismo vale para su imagen especular, la oposición). Ahora le toca el turno a mi Alma Máter, la Universidad de Los Andes, (ULA). Soy preparador (Ayudante Docente) de la asignatura Bioquímica, devengo un sueldo miserable que no cubre un tercio de mis necesidades, alrededor de 40€. El fin de semana, leyendo el periódico me entero de una fabulosa noticia: Las autoridades han decidido aumentar el monto de las becas para los deportistas a unos 100€ para los más destacados, unos 65€ para los medianos y unos 35€ para los peorcitos. Lo mas indignante del caso es que los que reciben 35€ sólo deben tener un rendimiento del 25% para conservar su beca, baste decir que aprobando sólo una de cuatro asignaturas lo consigue, mientras que la gente que posee beca trabajo, es decir que trabajan haciendo cualquier cosa por 10 horas a la semana, deben poseer al menos un 75% de rendimiento. Para propósitos de comparación, los mejores estudiantes de cada carrera reciben una beca que está alrededor de los 40€. Es decir, un deportista gana más que el mejor estudiante de cualquier carrera. Nótese que hablo de una institución cuyo norte debería ser propagar el conocimiento. No hablo del Instituto del Deporte o de un Club de Fútbol.

Mientras tanto el rector tiene una camioneta nueva, de lujo, así como sus asistentes. Cada camioneta cuesta alrededor de los 40.000 €. Las oficinas de atención estudiantil se han remozado de pies a cabeza con paredes de vidrio. Se hacen gastos enormes en publicidad de un adefesio de concurso de la “Reina de la Universidad” con carteles a todo color de las niñas lindas de cada facultad. Como si no tuviésemos ya suficiente vacuidad.

Saquen ustedes las conclusiones.

Sólo resta decir que me van a escuchar pronto. Basta de mirar estupideces mientras lo importante muere. Pero no se puede esperar mucho en un país donde baja el consumo de alimentos disminuye pero el de cosméticos se mantiene estable.

¿Locura, Ceguera, o Estupidez?

No importa, igual nos vamos al carajo.

A veces creo que leer es malo. Por lo menos leer algo más que la crónica policial, la gaceta hípica y la página deportiva del periódico, que deben ser las lecturas más populares. Y es que el leer da una perspectiva tan deprimente de la realidad que no dan ganas de seguir adelante, que uno se siente predicando en el desierto cuando habla de lo que está a la vuelta de la esquina. En esta ópera bufa llamada Venezuela damos un paso hacia delante y estamos al borde del abismo. Countdown to extinction a paso de vencedores.

Y es que la maldad de leer radica en que le da a uno puntos de comparación más allá de la experiencia cotidiana. A este respecto la mayoría de la humanidad vive en la edad de piedra, ya dice el dicho que nadie escarmienta en cabeza ajena. En realidad mucha gente lo hace, pero no la suficiente, al menos no aquí. Y esos puntos de referencia a veces son tan grotescos que dan asco, tan extraños que me pregunto si no será que me he excedido en el tiempo que paso sin dormir y son mis pesadillas las que toman forma a mi alrededor, que todo es una alucinación gigante, que el mundo no puede ser tan horroroso. Pero no. Desearía alucinar, pero desgraciadamente aquí yo me cuento entre los cuerdos. Por cierto, aquí va una advertencia, estimado lector, si usted se considera susceptible, por favor no siga leyendo, de aquí en adelante el comentario se torna muy políticamente incorrecto, muy visceral y muy triste. Si quiere seguir creyendo que ese conjunto de tierra y gente encerrado por líneas imaginarias que hemos convenido en llamar Venezuela tiene futuro, por favor le ruego encarecidamente que no lea más. No le quiero dañar los sueños a nadie.

La vida imita al arte. Otro lugar común revisitado. Nunca creí posible lo que vi con mis propios ojos el sábado. Para mi desgracia estaba en una manifestación chavista, cambiando mi dignidad por una posibilidad de obtener el pasaporte. Bueno, no grité consignas ni me vestí de rojo e hice un poco de antropología. Estaban los oradores arengando al rebaño (nunca mejor dicho) y leyendo papeles que recibían de la multitud, en los que se acusaba a diversos funcionarios de ser traidores, apátridas, contrarrevolucionarios, gusanos, estar en contra de Chávez y otras lindezas. Si se está procesando a seis personas por colgar carteles con forma de esqueletos por incitar al odio, los oradores de aquella concentración merecen como mínimo ir a Siberia. El caso es que uno de los dos oradores lee un papel en el que se acusa al alcalde de un municipio de ser un golpista, escuálido, fascista, traidor, lacayo del Imperio y toda esa retahíla de insultos típica de ciertas facciones de la izquierda (Otro mundo es posible si Fidel es presidente del Mundo, papá Stalin vive, el Ché es adorable, etc). Un sector de la manifestación, cerca del cual estaba, negó la acusación, pero fueron avasallados por los gritos de “traidor”, “miserable” “vendido” “escuálido” que surgieron de más al sur de la manifestación. Un par de minutos más tarde el otro orador dice “tenemos que recordar que el Sr. Alcalde del Municipio Escuque está comprometido con el Proceso revolucionario y apoya a los candidatos de nuestro Presidente Chávez, un aplauso para el Dr. Pérez Carmona”, y exactamente del mismo sitio donde dos minutos antes salía gritos de golpista, apátrida y traidor comenzó un rugido de frenesí patrio que aclamaba al alcalde. Confieso que fue un shock para mí. Me ericé de pies a cabeza. No podía creerlo. Yo sé que la mayoría de la gente es borrega, pero no sabía que se podía llegar hasta el punto de decir “esto es blanco” y a los dos minutos decir “esto es negro” mientras se insulta y se odia con todo el corazón a aquellos herejes que osan afirmar “esto es blanco”. Exactamente igual al fragmento de 1984 donde en un mitin Oceanía pasa de estar en Guerra con Eurasia a estar en guerra con Asia Oriental y los asistentes destruyen toda la publicidad gritando “¡sabotaje!” mientras se convencen plenamente de que Eurasia nunca ha sido el enemigo.


Para mí el negroblanco pertenecía a la ficción de George Orwell, al mundo de 1984, a las cosas tan horribles que no pueden ser reales. Y he aquí como salta de improviso y me pega en la cara. No, no esas metáforas oscuras de las que siempre se habla y las similitudes superficiales que puede haber en una sociedad con distopías famosas. No. Hablo de situaciones idénticas a las de 1984, no de paralelismos aventurados. Todavía me aterra lo que vi, porque sé que es el futuro. Lo reconozco, estoy cagado del miedo, porque pensé que la cosa no estaba tan grave. Que esto tenía solución, que la gente no podía ser tan estúpida, tan ciega, tan visceral. Coño, maldita sea, la falta de educación no es excusa, de ningún modo. Una cosa es no tener educación y otra tragarse todo lo que a uno le digan. Mi abuela es analfabeta, pero no es capaz de creer que algo es negro y blanco al mismo tiempo porque el gobierno se lo diga, así sea tan mesianista como el resto de los venezolanos (recuerdo que de niño me contaba las virtudes de Carlos Andrés Pérez, que robaba pero le daba a la gente, y ahora al fin tendrá una casa, gracias al gobierno, luego de esperar a Godot durante diez años). Yo cuando era niño ya entendía que las contradicciones existen y no son buenas. Y se supone que esta gente está libre de analfabetismo y educada gracias a las misiones Sucre y Robinson. Aquí es cuando se ve la diferencia entre educación y entrenamiento, entre calidad de vida y pan y circo. Este gobierno no parece educar, sólo entrena. Mejor dicho, nuestras escuelas no educan, entrenan, no salen ciudadanos de ellas, salen autómatas acríticos, conformistas, gente que no jode (Ya entiendo esa frase típica que reza que cuando Pérez Jiménez todo era mejor y si uno se callaba todo estaba bien, que los presos eran quienes protestaban), que no se mete en política y si se mete no aporta, sólo sigue directrices. A lo largo de mi vida he escuchado que me quejo demasiado, que soy un inconforme, si todo el mundo es así, ya entiendo la enormidad de mi falta.

Vivo quejándome de los izquierdistas europeos que miran hacia acá y no entienden. Que piensan que la solución es Chávez o cualquier otro demagogo que le diga No a Bush. Me acabo de dar cuenta de que vivo en un mundo tan irreal como el suyo, y que en mi caso es peor, puesto que vivo en la misma tierra que esta gente y que he pasado por las mismas penurias que afrontan: hambre, enfermedad, delincuencia, abuso policial. No lo entiendo, en verdad que no. Sólo sé algo: tiro la toalla. Basta. Si quieren comer mierda y hacer doblepensar, vale, que lo hagan. Que se hundan y coman mierda, que coman mucha mierda hasta que les dé empacho. Que se jodan bien jodidos con el cuchillo que ellos han escogido. Por mi parte yo hago las maletas y espero no volver. Que le vayan a contar cuentos chinos sobre el Pueblo Sabio a su mismísima madre. A mí no me hunden. Yo elijo escapar de este manicomio. Que se hundan hasta el mismo centro de la Tierra y se derritan en magma, pero a mí no me arrastran. Me niego. Si se pudiera hacer algo con gusto ayudaría, pero ya enfrentado a esta realidad tan cruda no puedo seguir siendo idealista y pensar en el glorioso futuro de esta sociedad.

Pero soy humano y nada humano me es ajeno. Dentro de mí acecha esa irracionalidad que odio, desprecio y me da asco. A donde vaya existe la posibilidad que se repita lo que me ha marcado. No se puede escapar del negroblanco ni del doblepensar. Mientras haya espacio para la tiranía allí estarán, tratando de imponerse. Eso es lo que más duele. No se puede escapar de lo que está dentro de uno.

Este comentario ha estado demasiado virulento, lo reconozco, pero es que hoy aparte de la ira de siempre el asco, el desencanto y la tristeza también se han hecho presentes. El ver como la escena que para mí era el non plus ultra de la irracionalidad y el borreguismo de 1984 se ha hecho realidad ante mis propios ojos no ayuda a ser sereno y ecuánime. Duele verlo, duele estar allí, duele ver como la masa se traga la gente. Duele tener razón y que nadie escuche. Y va a doler más lo que viene.

PD: Al parecer podré tener mi pasaporte en el transcurso de la semana. Dio frutos el acechar al funcionario en la concentración. Si todo sale bien, partiré hacia EEUU en diciembre por unos días, espero conocer mejor la situación por allá aparte de la torre de marfil académica. De todos modos, el ver desde la distancia como la tierra de los libres se hace pedazos y los libres son quienes pueden pagarlo me da muy mala espina y me hace preguntarme si no nos estamos volviendo locos a escala global. Con suerte allá habrá mayor y mejor resistencia y no la caterva de descerebrados que necesitan de Chávez para seguir en la vida política, aunque sea marginalmente, que tenemos aquí. Si no es así siempre queda Europa y sino, siempre queda ser cínico. Si arde Roma disfrutemos el espectáculo. Dimos la voz de que el fuego empezaba y nadie hizo caso. Aunque conociéndome, no puedo ser tan cínico, terminaré iracundo de nuevo y llorando sobre las cenizas de lo que un día fue. Esperemos que alguien se anime a ayudar a apagarlo a tiempo. Lamentablemente, no dispongo de baldes de agua.

Las cálidas costumbres tropicales

El trópico, tierra de gente amigable, sonriente, plena de esa cosa indefinible llamada calor humano. Donde la gente se echa la mano entre sí y la cordialidad es tan corriente como el hambre. Tierra de promesas y felicidad, donde andar con el estómago vacío no borra la sonrisa de la cara...

Ja, ja, ja.

Tal vez para el extranjero que nos visita de paso tales clichés son ciertos. Tal vez para la gente que vive en un mundo rosa donde todo es bello, esas frases tienen algún significado positivo. Para mí sólo significa una justificación para abominar de “los fríos nórdicos” y sus sociedades, para creerse moral y espiritualmente superiores a nuestros pares del mundo desarrollado. Excusas para hallar solaz y consolación en el subdesarrollo y en la miseria, excusas para perdonar todo, para no actuar ante nada. No sé si en verdad nuestras sociedades sean más vibrantes y espontáneas. Aunque lo sean, no encuentro muy positivo ese hecho si el atraso es el precio que debemos pagar por esa “calidez”, por esa “energía”. Porque resulta que ese “candor” y esa “frescura” que supuestamente nos caracterizan frecuentemente se manifiestan en lo que se denomina la viveza criolla, una condición difusa y difícil de definir, entre cuyos síntomas se cuentan el no respetar semáforos, colas, señales de tránsito y creerse mejor que el resto del universo conocido... hasta encontrarse alguien “más arrecho”, es decir con más cojones que uno, momento en el cual se pasa a murmurar por lo bajo y a aceptar la humillación. Así pues la tan cacareada solidaridad no es más que una versión light de la ley del más fuerte, puesto que no es una solidaridad real, sino un favoritismo hacia los amigos y hostilidad y desprecio por los derechos ajenos. La arbitrariedad está en nuestras vidas de modo constante y quien tiene el poder tiene la razón.

Maldita obsesión la de creerse el ombligo del mundo. No escapa a ella ningún pueblo. Frases como “lo nuestro es lo mejor” y “éste es el mejor país del mundo”, no son raras. Lástima que tanta autocomplacencia no nos permita ver los graves defectos que tenemos y la mierda que nos rodea. Un poco de autocrítica no estaría de más. Si en lugar de mirar los comportamientos inciviles con reprobación y castigarlos, lo que hacemos es exaltarlos como un rasgo pintoresco de nuestra idiosincrasia, como anécdotas folclóricas, no llegaremos a ninguna parte y jamás tendremos paz. Recordemos las sabias palabras de Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.

Un ejemplo grave de este problema es el “juego” del que colectivamente somos víctimas todos los carnavales. Un grupo de imbéciles cuyas edades oscilan de los 7 hasta los 77 años comienzan a arrojar globos con agua a diestra y siniestra, en especial a las mujeres. No importa que lleve uno documentos importantes o artefactos electrónicos, igual mojan. No importa que sea una mujer embarazada o con niños pequeños la víctima, igual mojan. No importa que sea una anciana cansada y enferma. Nada importa. Sólo importa la diversión a costillas del sufrimiento ajeno. Somos víctimas de un tipo de terrorismo cuando debemos estar con ojos en las espaldas para evitar los sitios peligrosos. Todo esto ocurre a plena luz del día, en la vía pública, con los responsables a la vista y sin hacer esfuerzo por ocultarse. ¿Se condena unánimemente este tipo de actos y se toman medidas para evitar que sucedan? No. Ni en broma. ¿Actúan las fuerzas del orden para salvaguardar a los ciudadanos? Eso sería digno de ciencia ficción, casi una utopía.

Al contrario, se toma como una broma graciosa, como una manifestación de nuestra juerga eterna, de nuestra bonhomía intrínseca. A pesar de que hay gente que ha llegado a morir por estos juegos, cuando un globo congelado, les da en la cabeza. A pesar de que cada año se pierden millones de bolívares debido a las consecuencias de estos actos vandálicos, a pesar de todo eso, se sigue viendo con benevolencia, como un juego de niños, se sigue siendo tolerante con la total falta de empatía, con la barbarie, con el abuso y la arbitrariedad de dañar porque se puede y existe la impunidad.

Me gustaría ver tras las rejas a los padres de unos cuantos “angelitos” y a los mismos angelitos acuáticos. Cuando de verdad se obligue a la gente a ser responsable por los salvajes que paren pero que no crían (se limitan a dejar que el mundo los moldee), vamos a ver si persisten este tipo de abusos. Puede que hasta bajen las tasas de natalidad, cuando se percaten de que si no cumplen con la responsabilidad de criar individuos sociales les puede salir caro el asunto. Pero esto jamás sucederá mientras sigamos creyendo lo alegres que somos por permitir que la gente sea ultrajada de este modo, mientras seamos estúpidamente benevolentes con el salvajismo.

La “alegría” y el “calor” tropical terminan siendo meras justificaciones de toda clase de exabruptos y una razón más para abandonar este tercer mundo, tan ,pero tan lleno de calor humano que a veces parece el mismo infierno.

Juanito Alimaña

La calle es una selva de cemento
Y de fieras salvajes, como no
Ya no hay quien salga loco de contento
Donde quiera te espera lo peor

Juanito Alimaña, sí tiene maña
Es malicia viva
Y siempre se alinea
Con el que esta arriba
(...)
Si lo meten preso
Sale al otro día
Porque un primo suyo
‘Ta en la Policía
(...)
En su mundo
de fumada y caña
Atracando vive
Juanito Alimaña


Willie Colón, Juanito Alimaña

Otra vez me han tratado de robar.
Y ya me estoy cansando. No puede ser que a las nueve de la noche ya no haya transporte público y sea uno presa fácil de cualquier hijo de puta (Con el perdón de las profesionales más antiguas del mundo). Esta vez fueron dos que iban en bicicleta. Los muy idiotas han comenzado a hacer señas desde el otro lado de la calle y luego dieron vueltas. Siguieron bajando. A los cinco minutos venían de subida con cara de pocos amigos. No quedó otra alternativa que empezar a correr, a la par que ellos comenzaban a pedalear más rápido. Por suerte, justo cuando estaban a unos 30 metros, pasó uno de los últimos buses, luego de más de media hora de espera (Y yo que pensaba que era en Miami donde el transporte público era malo). Me monté y adiós. La cara de frustración de los cerdos fue inolvidable.

Esto ha sido en Valera, donde me crié y donde vive mi familia. Hace 6 años, cuando me fui, esto no era así. Se podía conseguir transporte hasta las 10:30 y caminar de noche de manera bastante segura. Paulatinamente para ellos, abruptamente para mi, que vivo fuera, la inseguridad fue aumentando, el transporte haciéndose más escaso luego de las 8, la cantidad de robos y asesinatos aumentando. En Mérida comienza a repetirse el proceso. Las unidades de transporte ya no hacen ciertas rutas después de las 8 y la violencia aumenta. Cada vez hay menos sitios donde esconderse. El cáncer hace metástasis y se esparce, devorando todo. Y nosotros, los ciudadanos de a pie, jodidos, como siempre. A los políticos, con sus escoltas pagadas de nuestro bolsillo, y sus casas en sitios esplendorosos y más seguros que Noruega, poco les afecta y poco les importa. Total, con la falta de alternativas que hay, ganarán así vote solamente el 10% de la población. Y ellos con decir que se consagrarán al Pueblo (Sí, casi se puede escuchar la mayúscula cuando nombran la palabra mágica) y resolverán el problema de la inseguridad, ya tienen suficiente pantomima para asegurarse mínimo un 10% de borregos que parece que se alimentaran de retórica y no de comida. Al menos yo no me siento con el estómago lleno cuando un político del gobierno insulta a Bush y otro de la oposición insulta a Fidel.

¿Soluciones?.
Se me ocurren una cuantas. Ninguna que valga la pena nombrar acá. Probablemente todas lugares comunes. Y todas necesitan un gobierno eficiente y unas fuerzas de seguridad honestas. Pero eso es más ciencia ficción que la Singularidad. Si los muy cabrones de los policías ni siquiera hacen nada contra los borrachos de mierda que noche a noche joden la vida con su música a todo volumen y les da por ubicarse en todo el frente del edificio de mi madre (Y están afuera y hoy no tienen ninguna misa de excusa). A menos de un kilómetro, hay un módulo policial, y son las cuatro de la mañana y los malditos siguen, como han seguido desde las 5 de la tarde. Cualquiera diría que tienen qué cumplir horario. Y no se sabe donde están los policías. Eso sí, basta que venga un político importante y salen como 500 a la calle a hacerle escolta.

Un subconjunto posible de soluciones (Blufff, debo separar la matemática de la literatura) implica mi participación activa como individuo. Como desafortunadamente no soy Gandhi, en honor a la autodefensa o voy a tener que aprender artes marciales o voy a tener qué conseguirme un arma. Ninguna de las soluciones es práctica. Otra pasa por dejar que todo se vaya al carajo y emigrar. La más factible de todas. Yo quisiera emigrar por conocer mundo, pero voy a terminar emigrando por huir de lo conozco y detesto. Ya no me siento seguro luego del robo, ahora mucho menos con este intento nuevo y las cosillas que me compré en EEUU y en Caracas. Un par de zapatos, un reloj, un bulto nuevo, un gorro. Y todo ello podría costarme la vida o la salud. Y me cuesta la seguridad. Me cuesta el sentirme incómodo cuando salgo a la calle. Y son estupideces, cosas que no valen mucho, pero que trabajé duro para conseguir. Que llevo toda mi vida esperando en cierto modo, frutos del sudor de mi frente. Y siendo sinceros, espero seguir mejorando mi status. Y me frustra pensar que mientras más avance, sin joder a nadie, más vulnerable soy y más odiado seré por cierta gente, que cree que si uno tiene es porque le quita a ellos. Que yo quisiera ser estoico, pero no puedo. La única manera en que me pudiese comportar como Diógenes el cínico sería si fuese capaz de hacer la fotosíntesis y tuvieses mis libros almacenados en un implante con interfase interactiva que me posibilitara escribir sin teclado, guardar los archivos y conectarme a Internet, el implante también a energía solar, por supuesto. Loado sea Diógenes que no necesitaba tantas cosas. Nosotros, los hijos de la Era Electrónica, somos un dechado de necesidades insatisfechas. La otra cara de la moneda es que la necesidad es la madre de la inventiva y si todos alcanzáramos el Nirvana de golpe nadie innovaría, pues no sentiríamos deseo de ninguna clase. Estoicismo el justo para no echarse a morir por cualquier cosa, pero no tanto como para que resulte paralizante.

No tiene mucho sentido el preocuparse por lo que no se puede cambiar, así que con la cabeza en alto y a tragarse el miedo. A trabajar lo más duro posible y a irse lo más pronto posible. Es una pena que todo tenga que terminar así, pero no hay de otra, al menos hasta que Juanito Alimaña sea un personaje mitológico, como los saqueadores escandinavos de las Sagas. Si los nórdicos pudieron, nosotros también. Lo único malo de este plan es que nuestras vidas no se extienden en tiempo geológico.