Monday, July 07, 2008

Mucho de lo terrible aun no lo conocemos. Y todavía nos queda por descubrir mucho de lo bello. Navegue­mos hasta llegar al límite.

Así termina "Campo De Concentración" de Thomas M. Disch.

Y en suicidio, en medio de depresión y pobreza ha terminado la vida de mi querido Disch.
Al parecer la pérdida de su compañero de años y la perspectiva de desalojo de su piso han sido demasiado para este hombre. Parece que sus ganancias se han evaporado pagando la enfermedad de su amado.

Triste, parece un relato suyo, una parte de 334, que nunca me gustó mucho, pero que conservo en mi memoria. Este hombre fue quien me mostró el Lado L de la CF (recordarán los cyberdarkianos aquellas batallas campales), con quien aprendí a paladear la belleza en la literatura, a rumiar las palabras y sentir flujos narrativos, a salir del pragmatismo de simplemente absorber información, a saborear aquella palabra justa tan pregonada, pero nueva para mí.

Últimamente he vivido de acuerdo con ese principio de navegar y descubrir lo bello y lo terrible, porque la búsqueda arroja ambas cosas, así sólo necesitemos y querramos lo bello. Y lo bello muchas veces es el antídoto a lo terrible, pero en la naturaleza lo encontramos entremezclado, es mi opinión que debemos destilarlo, depurarlo, internalizarlo, purgarlo de lo terrible. La vida, no ha de ser corta, brutal y terrible, en palabras de Hobbes. Y debemos seguir preguntando, quejándonos, investigando, por una vida mejor, por cambiar las cosas. Por que lo que le pasó a Thomas no se repita jamás, porque todos tengamos una cobertura de salud decente y un mínimo que nos permita vivir y crear belleza.

Me gustaría saber que piensan los que hace poco se quejaban por acá de la parcialidad de cierta izquierda (abominable, sin duda alguna) y defendían a una de las "democracias más sólidas del mundo" de la crítica, qué piensan esos señores de un sistema tan podrido que ha precipitado la muerte de gente como Disch, que no es más que la cabeza visible de lo que hay debajo. Si piensan que esta muerte en la miseria, arruinado por costos médicos, es decente y es lo que merece no un escritor, sino cualquier Homo sapiens. Si este es el ejemplo a seguir del mundo. Insisto con el tema, porque hay que mirar más allá, a otros horizontes, a lo que es posible en otros ámbitos, porque me duele, me indigna y me aterra lo que le pasó a Thomas, porque mis entrañas se retuercen y mi empatía reacciona, carajo, porque hoy no puedo ser insensible, como tantos otros días, a las pequeñas tragedias evitables que nublan la existencia humana. Hoy lloro otra vez de impotencia, hoy la ira alcanza de nuevo alturas. Hoy mis aspiraciones de una vida mejor, más plena, más sana, parecen tener más sentido y ser más inalcanzables. Pero eso es simplemente acicate para mejorar lo que existe, para usar la ira como combustible y exhortar a seguir cambiando, a nunca cejar, a nunca callar.

"Mucho de lo terrible aun no lo conocemos. Y todavía nos queda por descubrir mucho de lo bello. Navegue­mos hasta llegar al límite."

Que quede esa frase como epitafio de ese ser grande y atormentado que fue Thomas M. Disch. Que quede como testimonio de que si bien está muerto, unos cuantos lo seguiremos recordando y que si bien esperamos que sus visiones de futuro jamás se vuelvan realidad, tenemos presente que nuestro mundo puede ir hacia allá y haremos todo lo posible para evitarlo.